Picasso. En el arte moderno


Picasso fue protagonista y creador inimitable de las diversas corrientes que revolucionaron las artes plásticas del siglo XX, desde el cubismo hasta la escultura neofigurativa, del grabado o el aguafuerte a la cerámica artesanal o a la escenografía para ballets



Son evidentes sus aportaciones morfológicas, la revolución de las formas en su obra, pero más significativa resulta su relación con la sociedad y la época en que vivió. En el primer aspecto, es la figura representativa del cubismo; en el segundo, una de las cumbres del expresionismo, si bien nunca figurará entre sus grupos y actuará de forma autónoma.


1881Nace en Málaga.
1895Se traslada con su familia a Barcelona
.1898Primera exposición individual en Els Quatre Gats, en Barcelona.
1900Primer viaje a París.
1901Inicia el período azul, denominado así por el predominio de los tonos azules y caracterizado por su temática de signo pesimista: la miseria humana y la marginación se representan con figuras ligeramente alargadas.
1904Se instala definitivamente en París. Inicia el período rosa, más vital, en que predomina la temática cirquense.

1907Pinta Les demoiselles d'Avignon, de tan revolucionaria concepción que el cuadro es rechazado incluso por pintores y críticos vanguardistas.
1908Primeros cuadros cubistas.
1912Primeros Papiers collés o collages.
1925Aunque nunca se adhirió al Movimiento surrealista, se advierten los primeros indicios de la influencia de esta corriente en sus obras.
1931Trabaja en sus primeras esculturas.
1937Pinta el Guernica, mural inspirado en el bombardeo de esta ciudad vasca, para cuya realización esbozó más de 60 croquis preparatorios.




1944Se afilia al Partido Comunista Francés.
1946Comienza una etapa dedicada a la cerámica.
1958Pinta el mural La caída de Ícaro para el edificio de la Unesco, en París.
1961Se instala en Mougins.
1973Muere en Mougins.

1944Se afilia al Partido Comunista Francés.
1946Comienza una etapa dedicada a la cerámica.
1958Pinta el mural La caída de Ícaro para el edificio de la Unesco, en París.
1961Se instala en Mougins.
1973Muere en Mougins.


La revolución se inició con Les demoiselles d'Avignon (1907), manifiesto del arte del siglo XX, cuya gestación exigió a Picasso un trabajo de meses. Varios cuadernos de apuntes y cambios en las figuras y la composición desembocaron en el grupo de mujeres, donde la corporeidad humana y los rostros se intensificaron mediante deformaciones.

La influencia del arte africano y la herencia del arte ibérico llevaron a Picasso a ensayar esta nueva anatomía llena de presagios terribles, como si buceara en niveles todavía no explorados de la realidad humana. Era el manifiesto del cubismo, corriente que ocuparía la actividad del pintor durante una decena de años, aunque sus conquistas geométricas reaparecerían en toda la producción posterior.


El cubismo fue un punto de inflexión radical en la historia del arte que inspiró al resto de vanguardiasartísticas el abandono del ilusionismo pictórico,
rechazando la descripción naturalista en beneficio de composiciones de formas abstraídas de la percepción convencional, jugando con la tridimensionalidad y la estructura de las superficies.


El clímax de tensión expresionista se alcanzará durante la guerra civil española. El Guernica es, más que una escena concreta, un símbolo, en el que se renuncia al color y se reduce la gama cromática a una especie de grisalla. Las llamas, el guerrero muerto con la flor en la mano, el caballo herido, son símbolos del dolor de la guerra. Las figuras crispadas expresan el dolor como un alarido. Y un grito, más que una palabra articulada, viene a ser esta obra testimonio.
Durante la Segunda Guerra Mundial insiste en temas dramáticos, como Cráneo de buey (1942), donde se unen el dolor de la guerra en la Francia ocupada y el que el artista siente por la muerte de su amigo, el escultor Julio González.


A principios de 1912 Picasso realizó la primera escultura Picasso inició en gran medida un proceso que provocó la liberación de la esculturade conceptos clásicos como el volumen y la sustitución de los procesos de modeladoo tallapor todo tipo de técnicas constructivas que constituyeron una transformación revolucionaria en la
Los conceptos de ensamblaje y construcción hicieron posible la introducción de nuevas técnicas y materiales; la descomposición del volumen aportó nuevas perspectivas, la valoración del vacío y de la luz como elementos escultóricos de importancia equivalente a la masa.




Entre 1912 y 1915 Picasso y Braque desarrollaron la segunda fase del cubismo, en la que retornaron a su obra un equivalente a los conceptos tradicionales que habían roto o eliminado en la fase precedente; formas, objetos y palabras se volvieron reconocibles al tiempo que se reconstituyó la superficie; recuperaron el uso de un cromatismo más sólido y brillante, los planos se contornearon y demarcaron claramente, superponiéndose y apareciendo una implicación con superficies texturadas y estampados decorativos.


En el ensayo «El surrealismo y la pintura», publicado en julio de 1925 en el número 4 de La Révolution Surréaliste, Breton declaraba a Picasso como modelo de pintor y lo reclamaba como surrealista, al tiempo que señalaba la imposibilidad de aplicar una etiqueta que constriñera su trabajo: «La etiqueta "cubista" ha cometido mucho ese error».


Algunos definen como "surrealista" mi pintura de un determinado periodo -continuó-. Yo no soy surrealista. Nunca he estado fuera de la realidad. Siempre he vivido en su esencia (literalmente, en lo "real de la realidad"). Si alguien desease expresar la guerra tal vez lo más elegante y literario fuera dibujar un arco y una flecha, porque es una imagen estéticamente atractiva. ¡Yo, en cambio, si quisiera representar la guerra emplearía una ametralladora! Ahora es el momento, en este periodo de cambios y revolución, de pintar de manera revolucionaria y no como antes.


No puedo emplear recursos convencionles sólo para darme la satisfación de ser comprendido. No quiero descender a un nivel inferior. Usted es pintor. Comprende que es prácticamente imposible explicar por qué hace uno ésto o lo otro. Yo me expreso a través de la pintura, y no soy capaz de hacerlo mediante palabras. No puedo dar una explicación del porqué he hecho algo de una determinada manera. En mi caso, si realizo un boceto de una mesa pequeña (al insante agarró una para ilustrar sus palabras) percibo cada detalle. Observo su tamaño, su grosor, y lo traduzco a mi modo.

Todo el mundo quiere comprender la pintura. ¿Por qué no se intenta comprender el canto de los pájaros? ¿Por qué a uno le gusta una noche, una flor, todo lo que rodea al hombre, sin intentar comprenderlo? La pintura, en cambio, se quiere comprender.
(Christian Zervos, «Conversation avec Picasso», Cahiers d’art 7/10. París, 1935. p. 178)
¿Por qué pinta de tal manera que su expresión es tan difícilmente inteligible para el público?
[Pregunta de Jérôme Slecker].

Pinto así porque éste es el resultado de mi pensamiento. He trabajado durante años para lograrlo, y si doy un paso atrás, será una ofensa para el público, porque éste es el resultado de mis reflexiones. No puedo emplear un procedimiento corriente sólo para tener la satisfacción de ser comprendido.
Antes [...] un cuadro era una suma de adiciones. En mi caso, un cuadro es una suma de destrucciones. Hago un cuadro, y luego lo destruyo. Pero, al final, no se ha perdido nada; el rojo que he quitado de una parte se encuentra en alguna otra parte.
(Christian Zervos, «Conversation avec Picasso», Cahiers d’art 7/10. París,1935, p. 173)
 
Nunca sabes qué vas a hacer. Empiezas un cuadro y se convierte en algo totalmente distinto. Es curioso lo poco que cuenta la voluntad del artista.
(Daniel-Henry Kahnweiler, «Entretiens avec Picasso au sujet des Femmes d’Alger», Aujourd’hui, 4 de septiembre de 1955) (*)


El éxito es peligroso. Uno empieza a copiarse a sí mismo, y copiarse a sí mismo es peor que copiar a los demás. Esto conduce a la esterilidad. (Alexander Liberman, extraído de «Picasso», Vogue. Nueva York, noviembre de 1956) (*)
 
Para mí, cada cuadro es un estudio. Yo me digo: algún día lo terminaré, haré que sea algo acabado. Pero desde el momento en que empiezo a terminarlo, se convierte en otro cuadro, y pienso que lo reharé. Y al final siempre es algo diferente. Si lo retoco, hago de él un nuevo cuadro.
(Alexander Liberman, extraído de «Picasso», Vogue. Nueva York, noviembre de 1956) (*)

No hago nunca un cuadro como una obra de arte. Siempre es una búsqueda. Busco constantemente, y en toda esta búsqueda hay un encadenamiento lógico. Por esto las numero [las obras]. Las numero y las fecho. Quizá algún día alguien me lo agradecerá.
(Alexander Liberman, extraído de «Picasso», Vogue. Nueva York, noviembre de 1956) (*)

 
Yo veo por los otros. Es decir, pongo en la tela las visiones repentinas que me impulsan. No sé de antemano qué pondré en la tela, y aún menos puedo decidir qué colores usar. Mientras trabajo, no soy consciente de lo que estoy pintando en el lienzo. Cada vez que empiezo un cuadro, tengo la sensación de lanzarme al espacio. Y nunca sé si aterrizaré de pie. Sólo más tarde empiezo a evaluar el efecto de lo que he hecho.
(John Berger, The success and failure of Picasso (1965). Pantheon Books, Nueva York, 1980, p. 136)


No basta con conocer las obras de un artista. También hay que saber cuándo las hacía, por qué, cómo, en qué circunstancias. [...] Procuro dejar para la posteridad una documentación tan completa como sea posible. Por esto fecho todo lo que hago.
(Brassaï, Conversations avec Picasso (1964). París, Gallimard, 1997, p. 150)
Pero se cambia continuamente [...] Sólo se puede seguir realmente el acto creador a través de la serie de todas las variaciones.
(Brassaï, Conversations avec Picasso (1964). París, Gallimard, 1997, p. 285)
Desplazar. Poner ojos en las piernas. Contradecir. Hacer un ojo de cara y otro de perfil. Siempre se hacen los dos ojos iguales. ¿Se ha fijado? La naturaleza hace muchas cosas como yo, ¡las oculta! 

(André Malraux, La tête d’obsidienne. París, Gallimard, 1974) (*)


En arte no hay sólo el objeto que se va a representar según las leyes convencionales de la perspectiva. Hay las dimensiones de la obra, hay la luz en la que se sitúa la propia concepción plástica, hay la posición que se le da, y hay muchas otras cosas.
A mí me gusta, sobre todo, la luz.
(Guillaume Apollinaire, «Propos de Pablo Picasso», Picasso/Apollinaire. Correspondence. París, Gallimard, 1992, p. 201)

Sólo me esfuerzo en poner el máximo de humanidad posible en mis cuadros. Tanto da si esto ofende a algunos idólatras de la esfinge humana convencional. Además, no tienen más que mirarse un poco más atentamente en un espejo. ¿Qué es un rostro, en el fondo? [...] ¿Lo que hay delante? ¿Dentro? ¿Detrás? ¿Y el resto? ¿Acaso no lo ve cada uno a su manera?
(Anatole Jakovski, «Midis avec Picasso», Arts de France 6. París, 1946) (*)

Me enorgullece decirlo: jamás he considerado la pintura como un arte meramente de adorno, de distracción; he querido, a través del dibujo y del color, ya que éstas eran mis armas, penetrar siempre más allá en el conocimiento del mundo y de los hombres, para que este conocimiento nos libere cada día más.
(New Masses. 24 de octubre de 1944. Citado por Pierre Daix, Picasso créateur. París, Seuil, 1987)

Mis cuadros antiguos ya no me interesan... Siento mucha más curiosidad por los que aún no he hecho. [Picasso, a los 80 años]
(Brassaï, Conversations avec Picasso (1964). París, Gallimard, 1997, p. 352)

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